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Casa de Alvarez Rixo

Casa de Alvarez Rixo

Casa de Alvarez Rixo

La trasera de la casona de Ventoso linda con otro gran inmueble del siglo XVIII, en estado de abandono, que fue la casa natal del cronista y alcalde portuense José Agustín Alvarez Rixo, nacido en 1796. Hijo de comerciantes portugueses, fue el artífice de la unificación y conservación del archivo municipal y aparte de político, escritor, diputado de sanidad y juez de paz, llegó a ser correspondal del diario británico The Times. En la elegante fachada del inmueble destacan sus balcones de hierro

Casa Amarilla

Casa Amarilla

Casa Amarilla

La “Casa Amarilla” o “Casa de los Machangos, situada en la zona de la Costa de Yeoward, es una casa canaria de dos plantas, actualmente en estado ruinoso, que en la segunda década del siglo XX acogió una estación de antropoides, un centro de estudio del comportamiento de los primates, promovido por instituciones científicas de Alemania, cuyos resultados fueron de enorme importancia científica. Los trabajos con chimpancés en la Casa Amarilla a cargo del profesor Wolfgang Köhler y de sus compañeros en la Academia Prusiana, supusieron el fundamento de las teorías de la escuela psicológica de La Gestalt, corriente primordial para la evolución de la Psicología moderna. Desde el momento del cierre de la estación, en 1915 la “Casa Amarilla” ha sufrido un lento proceso de abandono y deterioro, que ha desembocado en un estado de ruina inminente

Casa Abaco

Casa Abaco

Casa Abaco

A mediados del siglo XVIII, el XI Conde de la Gomera, casado con Doña Marina Leonor Benítez de Lugo y Ponte, construyó un palacio conocido hoy como la Casona en unos terrenos en la hacienda del Durazno cedidos por su suegro, como regalo de boda a su esposa. Construyó también un oratorio en la casa dotándolo de una imagen de San Antonio. Esta casa que ha sido restaurada en 1993. En la actualidad se ha abierto al público como casa museo. Por la noche se puede disfrutar además de un servicio de bar coctelería amenizados por conciertos de música clásica. Con una decoración exquisita, la Casona contiene piezas únicas y auténticas obras de arte. A las pinturas y tapices de los siglos XVII y XVIII, las lámparas de bohemia y de cristal de murano, los bustos de bronce italianos y un Snooker de 1922 del que tan sólo existen cinco en todo el mundo, se ha ido añadiendo a partir de 1993 mobiliario histórico procedente de los más diversos países europeos.

Antiguo convento de Santo Domingo

Antiguo convento de Santo Domingo

Antiguo convento de Santo Domingo

Junto a la terraza del mirador de la Punta del Viento se levanta el antiguo convento de Santo Domingo, en la calle del mismo nombre. La Orden de Santo Domingo terminó la construcción del convento dominico de San Pedro González Telmo alrededor de 1659. En 1778 el convento sufrió un devastador incendio. La reconstrucción fue llevada a cabo entre 1781 y 1786 por el arquitecto José de Bethencourt y Castro. A causa del proceso de desamortización de 1837, pasó a manos del Estado y, con posterioridad, en 1950, lo adquirieron particulares. En el siglo XIX fue la casa natal de Luis Rodríguez Figueroa, destacado político e ilustrado portuense ajusticiado durante la Guerra Civil. El Ayuntamiento del Puerto de la Cruz ha adquirido recientemente el inmueble a la familia Rahn para destinarlo a sede de las Casas Consistoriales.

Antigua Casa de la Real Aduana

Antigua Casa de la Real Aduana

Antigua Casa de la Real Aduana

Es el edificio civil más antiguo que se conserva en el Puerto de la Cruz y elemento indispensable en las mejores fotos del entorno del viejo muelle pesquero. De estilo tradicional canario, fue fundada en 1620 por la familia Franchy. Posteriormente fue arrendada a la Real Hacienda para acomodar en ella las dependencias de la Aduana y como residencia de los almojarifes o administradores, hasta 1833 que este departamento pasó a Santa Cruz de Tenerife. Alrededor de la Casa de la Aduana existió, desde 1708 y hasta principios del siglo XX, la Batería de Santa Bárbara, de la que sólo se conserva la escalerilla de piedra para bajar al mar, construida en 1741. La pequeña fortificación constaba además de un muro empalizada, una garita y casilla-polvorín. Estaba artillada con cuatro cañones para la defensa de los barcos que fondeaban en la zona del Limpio de las Carabelas, cerca de la punta del muelle viejo. Ante la gran cantidad de buques que llegaban para cargar fruta, el alcalde solicitó a la primera autoridad militar el derribo de la empalizada y la garita para que de esta forma pudieran maniobrar mejor los camiones que trasladaban tales mercancías. En 1997 el Cabildo de Tenerife compró la casa a la familia Baillon, la restauró y la ha convertido en centro sociocultural y de exposiciones. El Cabildo tiene previsto instalar en su planta baja la nueva sede de la Oficina de Turismo de la ciudad.

Acantilados, ladera y cuevas de Martiánez

Acantilados, ladera y cuevas de Martiánez

Acantilados, ladera y cuevas de Martiánez

La Ladera de Martiánez es uno de los pocos espacios naturales con los que cuenta el Municipio del Puerto de la Cruz. Sus 45 metros de altura inspiraron un relato de Agatha Christie. Se configura en una sucesión de estratos geológicos de diferentes materiales volcánicos, una unidad natural que encierra importantes valores ecológicos, patrimoniales históricos, etnográficos y arqueológicos. El Cabildo de Tenerife ha iniciado los trámites para declarar Bien de Interés Cultural (BIC) la Ladera de Martiánez, con categoría de zona arqueológica. Este acantilado costero sobre el que se asienta el mirador y toda la urbanización de La Paz, fue antes de la Conquista de la isla una auténtica necrópolis guanche. En sus cuevas naturales, unas utilizadas como cuevas de habitación y otros para enterramientos, se han encontrado abundantes vestigios y yacimientos aborígenes. Junto a una de las cuevas existió la famosa fuente de Martiánez, uno de los principales nacientes que abastecían de agua a la población portuense. En 1901 se instaló una canalización desde esta fuente hasta el Chorro Cuaco, en la calle Valois. Además, destaca La Ladera por la importante flora autóctona que atesora, especialmente palmeras canarias y tabaibas. Antiguamente un sendero peatonal, muy frecuentado por turistas, atravesaba la ladera y unía la playa de Martiánez con el mirador de La Paz, hasta que un gran desprendimiento de rocas recomendó su cierre al público.

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