Acantilados, ladera y cuevas de Martiánez
La Ladera de Martiánez es uno de los pocos espacios naturales con los que cuenta el Municipio del Puerto de la Cruz. Sus 45 metros de altura inspiraron un relato de Agatha Christie. Se configura en una sucesión de estratos geológicos de diferentes materiales volcánicos, una unidad natural que encierra importantes valores ecológicos, patrimoniales históricos, etnográficos y arqueológicos. El Cabildo de Tenerife ha iniciado los trámites para declarar Bien de Interés Cultural (BIC) la Ladera de Martiánez, con categoría de zona arqueológica. Este acantilado costero sobre el que se asienta el mirador y toda la urbanización de La Paz, fue antes de la Conquista de la isla una auténtica necrópolis guanche. En sus cuevas naturales, unas utilizadas como cuevas de habitación y otros para enterramientos, se han encontrado abundantes vestigios y yacimientos aborígenes. Junto a una de las cuevas existió la famosa fuente de Martiánez, uno de los principales nacientes que abastecían de agua a la población portuense. En 1901 se instaló una canalización desde esta fuente hasta el Chorro Cuaco, en la calle Valois. Además, destaca La Ladera por la importante flora autóctona que atesora, especialmente palmeras canarias y tabaibas. Antiguamente un sendero peatonal, muy frecuentado por turistas, atravesaba la ladera y unía la playa de Martiánez con el mirador de La Paz, hasta que un gran desprendimiento de rocas recomendó su cierre al público.